sábado, 18 de abril de 2009

Kiss, Kiss, Bang, Bang

Una (buena) de detectives

La última gran sorpresa que me ha dado el cine es la película Kiss, Kiss, Bang, Bang, una muestra modesta de cine negro, con humor y mala leche a raudales, merced de un guión fresco (la re-utilización de la figura del narrador de género negro, y del montaje es francamente original) y una dirección más que eficiente. Y el gran Robert Downey Jr. en el papel protagonista, claro. La mencionada cinta cayó en mis manos a razón de una sugerencia de mi amigo Nacho: "si te gustó El último Boyscout mírala que es del mismo guionista". Cierto es que no llega a las excelencias que desprende la ya peli de culto de la dupla Buce Willis y Tony Scott, pero tampoco se queda corta. Y es que el debut en la dirección del susodicho personaje, Shane Black, autor también de los manuscritos de "Arma letal" o "Memoria letal", es más que prometedor. Primero, porque subordina la dirección a la historia, sin los habituales excesos videocliperos tan propios del artificial y vácuo cine de acción actual; y segundo, porque ofrece una historia enrebesada (un accidental aspirante a actor, se ve envuelto en una oscura trama detectivesca en Los Ángeles, justo cuando ha empezado a tomar clases de detective para familiarizarse con el rol), como pide el buen cine negro, con unos personajes cada cual más estúpido y estrambótico, y un muestrario de situaciones esperpénticas, diálogos ágiles y frases ingeniosas que adornan perfectamente el espectáculo, como por ejemplo:

- Hola... ¿a qué te dedicas? (Rubia tonta en una fiesta de productores cinematográficos)
- Estoy jubilado, inventé el dado de pequeño (Robert Downey Jr.)

- Busca "idiota" en el diccionario, ¿sabes qué vas a encontrar? (Val Kilmer, el amigo)
- ¿Una foto mía? (Robert Downey Jr.)
- ¡No! ¡La definición de idiota que es lo que eres, coño! (Val Kilmer)

- En la ficción este trabajo (el de detective) es muy aburrido (Val Kilmer a Robert Downey Jr.)

En definitiva, una gran película que en poco tiempo se ha convertido en pieza de culto, y que en un poco más será sin duda imprescindible.